lunes, 6 de septiembre de 2010

Cuento corto: "El cumpleaños de la tía Aurora"

Everything decays with time

El amor a los suyos plasmado en el ojo de grasa de la primera taza de chocolate caliente que va de la cocina al comedor diario. El invierno se ve por la ventana ya empañada. Del vidrio para adentro, un etíope jubilado en el Anses está a punto de desmayarse del calor.

El etíope no existe. El calor es peor que lo descripto anteriormente. La beneficiaria de la primera taza es Herminia, cuya nieta se va a estudiar a Buenos Aires y prepara el ingreso a la universidad a través de un queseyoqué de interné. Herminia no entiende de qué se trata...

Los nenes se aburren en el cumpleaños de la tía, y vaya que lo hacen notar. Los niños pueden ser muy crueles. Se quejan del olor y quieren volver a casa. Tienen calor y están fastidiosos. Adilia -otra amiga de la tía que acostumbra a bañarse no más de una vez a la semana- les pregunta si les gusta la escuela, pero ellos van al jardín. No, no hay forma de que compatibilicen las distantes generaciones, del mismo modo en que el chocolate en taza no lo hace con los gigantescos sandwiches de miga triples con mayonesa. Al menos no lo hace en el estómago de cualquier mortal, exceptuando a las amigas de la tía.

La tía nos ama, nos pellizca el cachete. Las preguntas de sus amigas son las mismas de todos los años. Las anécdotas también. Incluso las personas: el público no se renueva, pero la mente olvida, de modo que todos reirán cuando Herminia cuente la vieja historia del resbalón y caída de coxis en la avenida Mitre.

La tía nos ama, nos pellizca el cachete y nos afirma que estamos hermosos. Nosotros amamos a la tía. Es solo que...

La tía nos ama, nos pellizca el cachete...

¡Qué calor!

Y Herminia que se cayó de coxis. ¡Qué manera de reirnos!

¿Se acuerdan de Herminia en los cumpleaños de la tía Aurora?

En la calle: Lenguaje

Evidentemente, el lenguaje evoluciona. Lo hace de la mano de la cultura -la cotideaneidad, las tradiciones, y las invenciones. Día a día incorporamos términos, o los inventamos de acuerdo a nuestras supuestas necesidades. Como segundo ingrediente, vivimos en un entorno de aparente progresismo, donde todo lo que denote conservadurismo es visto con desprecio, incluso se lo lleva al reductio ad absurdum.
Pero el lenguaje, principalmente, comunica. De modo que cuanto más claros a la hora de hablar (o escribir, pero mas que nada de hablar), mejor. Con esto no vamos a solucionar todas nuestras "tragedias", simplemente nos vamos a entender mejor. Créame: no es poco. Si nos propusieramos ser más cooperativos, más solidarios con nuestros interlocutores, ahorraríamos cientos de discusiones.
Hoy, en la calle, crucé a una chica que sin perder su valioso tiempo, hablaba por celular mientras caminaba rapidamente a su ansiado destino. Imaginé que su interlocutora pudo haber estado un tanto confundida al escuchar este mensaje: Le dije que yo lo llamo, o sea, yo lo llamo.  Es la aclaración lo que no me quedó clara a mi, y evidentemente, tampoco a la persona del otro lado del tubo. La jóven insistió: Que lo llamo yo, Vicky. Onda, que no me llame sino. Hasta ahi escuche, pero solo con eso llegue a mi casa con una sonrisa. Me causó...
Es maravilloso estudiar la evolución del lenguaje, pero por otro lado, debemos ser criteriosos a la hora de innovar comunicativamente. Sino, onda que no nos vamos a entender.